domingo, 24 de octubre de 2010

[Edv] El ultimo baile de Akai Natsu

Miré al cielo, aún no había oscurecido pero el color celeste del día ya casi había desaparecido, las primeras estrellas empezaban a brillar y tras meses de búsqueda por fin llegaba a Heijō.
Había dejado atrás la escasa protección de los campos de arroz y ahora estaba en un pequeño bosque cerca de Nara, no parecía seguirme nadie asique me senté junto a un arce. Abrí mi zurrón y saque lo que me quedaba de carne salada y pan. Le di unos cuantos bocados sin mucho interés, los nervios de encontrar al fin el códice de Aki me habían cerrado el estómago, las manos me temblaban, notaba el pulso acelerado y sentía que la cabeza me iba a estallar. Mi kimono rojo se fundía con las hojas de los arces, parecía que allí había habido alguna especie de templo y piedras de gran tamaño estaban dispersas por la hierba. Me llamo la atención la estatua de un dragón serio, frío, mirándome, y entonces cuando daba los últimos bocados lo vi sentado sobre el dragón, uno de los generales de Nara estaba allí, clavando sus ojos en mi, esperando el momento de atacar.
Me puse en pie muy despacio, cogí mi katana y la desenvaine mientras la luna que ya reinaba en el cielo se reflejó en su hoja. Akai parecía contenta de volver a luchar, lo notaba en su frió acero y sin dudarlo me lance a la carrera contra el enemigo, él se irguió y su ropa verde ondeaba con la suave brisa, saltó de la estatua, desenvainó su katana y se lanzo contra mi, ya la había visto antes, fue la misma espada que se llevo a Aki de mi lado.
Nuestras katanas bailaron bajo la luna creciente, sus movimientos eran lentos y pesados, los míos ágiles y decididos pero sabía que si me equivocaba me costaría la vida. Lanzó un tajo que desgarró parte de la manga de mi kimono y me hirió en el hombro, Akai se encontró con su pierna y manchó de rojo su ropa verde, él no se resintió y continuó luchando. Una de sus estocadas cortó parte de mi pelo al esquivarlo, los mechones cayeron sobre las hojas manchadas de sangre, ambos llevábamos días de viaje y se notaba nuestro cansancio, una estocada siguió a otra y cuando llegamos a la hora de la rata él parecía decidido a acabar conmigo a pesar de que Akai lo había bañado en su tinta. Sus piernas se tensaron y sus ojos se cerraron, conocía ese movimiento, fue el mismo que termino con Aki en Kyoto, por aquel entonces yo había huido pero no esta vez, sabía que solo tendría una oportunidad de atacar en ese momento justo, cuando el cuello quedara desprotegido unos segundos. Las horas habían pasado y no podía permitir que mi viaje se quedara a las puertas de Heijō, debía conseguir ese códice como fuera así que me lance contra él y sujeté a Akai con un mano, empezaba a notar las heridas con cada movimiento y mis ojos se cerraron cuando su katana descendió contra mi pecho pero Akai había hecho ya su trabajo.
El cuerpo sin vida cayó al suelo desplomándose contra las hojas rojas y naranjas, yo estaba tumbada mirando la luna, luchaba por levantarme pero aunque el corte no era profundo sangraba en abundancia y me dolía al respirar, cada latido de mi corazón parecía que fuera a salir de mi pecho hasta que vi la lechuza de Kumo y todo volvió a mi mente. Me levanté y como pude me vendé, el blanco dio paso al rojo, sabía que no tenía mucho tiempo así que corrí hasta el palacio.
Salté el muro de vigilancia y acabé con dos de los guardias, pasé por los jardines en calma donde los grillos sonaban y todos parecían dormir, entonces mire la cuarta ventana del cuarto piso y vi la señal, escalé el muro con ayuda de mi cuerda, ya no sentía el dolor ni me costaba respirar, abrí la ventana y allí estaban los planos de ataque y el ansiado códice. Kumo, mi compañero, había hecho su trabajo y no había ningún guardia, la sangre manchaba el suelo de madera, cogí los planes de ataque y la lechuza descendió veloz, los até a su pata y me cercioré de que nadie la viera salir volando.
Por fin había llegado al códice, al último mensaje de Aki, sabía que no saldría de allí así que me senté en el suelo y lo abrí, era uno de sus libros sobre cocina, siempre le gustaron, pero al llegar a la última página ví un mensaje y entonces mi ojos se llenaron de lágrimas.

“Sé que si lees esto habrás completado nuestra misión, sabía que si alguien era capaz de lograrlo eras tú, siento haberte dejado esa carga tan dura, Natsu, aguardo con paciencia el día que nos encontremos. Ai shiteru”
Kumo entró y me gritó -¡Los guardias ya vienen, debemos huir!-, pero ya había perdido mucha sangre y supe que sería una carga así que guardé el códice en el kimono.
-Ve tú y encárgate de que lleguen los planos- Le dije -Akai bailará por última vez esta noche-

1 comentario:

  1. Muchas gracias por participar en el sorteo. Te deseo la mayor de las suertes.

    Besos.

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